viernes, 22 de enero de 2010

Manipulación Ideológica en Cuba. Guillermo de la Rosa. I año C

http://www.youtube.com/watch?v=QEWUe6Yd_ok

Es lamentable evidenciar de manera sólida porqué hay países que sufren, sin remedio alguno, de ciertos etiquetajes. El link de arriba es una de esas pruebas casi irrefutables que apoyan la relación inmediata que hoy en día se establece entre Cuba y el comunismo: son prácticamente dos realidades hermanas e inseparables a los ojos del mundo. No basta con ir más allá de una conversación casual, con cualquier allegado, sobre la actual situación de nuestro país, ya que seguramente se pone a la isla como el peor estado al que nuestro deterioro social puede llegar, y por ende se establece ingenuamente el estado comunista como la meca de todos los defectos que un grupo humano pueda poseer.

Repito, sin embargo, que tal predisposición al momento de referirse a cualquiera de las dos realidades, tanto Cuba como el comunismo, es una causa directa y proporcional a la innegable justificación que la antecede. La historia ha demostrado que el pueblo cubano ha sido víctima de uno de los atentados más viles que el humano puede llevar a cabo: la manipulación de otra persona para utilizarla como tan sólo un medio para alcanzar sus fines ajenos. Lavados de cerebro, adoctrinamientos, supresión del pensamiento diverso con terribles castigos son tan sólo algunos de los muchos medios con los que el estado cubano ha garantizado que la mayoría de los habitantes de Cuba se adapten a la manera de pensar de sus dirigentes, o por lo menos la que les conviene que piensen. A través de una manipulación ideológica, quizás la más peligroso de todas las clases de manipulación por su naturaleza fundamental, el gobierno ha logrado que el pueblo al que deberían servir no sólo se atenga a sus medidas opresoras, sino también se maravillen ante las falsas premisas e ideales a las que tales opresiones dicen servir gracias a la implementación de un falso patriotismo y sentimentalismo que les hace sentir iracundos y enardecidos ante la presencia de un enemigo falso, lo que los hace sentir "vivos" mientras residen en el epicentro de una delgada y frágil cortina de humo que con la más ténue presencia de lucidez les permitiría tomar conciencia de su denigrante estado de masa ante los ojos de su estado.

Quizás la famosa frase sea verdad y los pueblos efectivamente se merezcan los gobiernos que tienen, así como la imagen con la que el mundo los etiqueta.

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